La transición a una iluminación eficiente
- intexsa
- 2 feb 2017
- 2 Min. de lectura
En Septiembre del 2016 entró en vigor la prohibición de comercializar focos halógenos en Europa. Aunque la prohibición sea inmediata, millones de bombillas halógenas se encuentran actualmente en utilización y otras tantas escondidas en los cajones de nuestras viviendas y oficinas.
Esta nueva legislación es un paso más hacia la consecución de una iluminación eficiente.

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Cuáles son las alternativas a las bombillas tradicionales
La alternativa más óptima depende de varios factores. No hay una sola respuesta. Cada edificio, cada estancia y cada uso necesita una bombilla propia.
Elegir qué sistema es más eficiente (combinación entre ahorro, adecuación al espacio y ecología), depende de dos factores clave: cuántas horas tendremos encendida una bombilla y la potencia de ésta.
Por ejemplo, según un estudio realizado por la OCU, una bombilla halógena de 50 W que esté encendida una media de 3 horas puede ser sustituida por una de sistema LED de 6,5 W. De esta forma se ahorran 47,63 kWh/año, unos 8,57 euros. Esta lámpara tendría una vida útil 10 veces mayor y evitaría la emisión de 16,2 kg de CO2 al año.
Bajo consumo y LED, las dos grandes alternativas
Con esos datos como referencia, podemos afirmar que las dos alternativas a la iluminación tradicional son las bombillas de bajo consumo y las LEDs.
Bombillas de bajo consumo
Se componen de pequeños tubos fluorescentes que se pueden adaptar a diversas formas y tamaños. Comercialmente, gran parte de las bombillas de bajo consumo han adaptado la forma de las bonbillas tradicionales.
Tienen una alta duración (8 veces más que la bombilla tradicional) y un muy bajo consumo (sólo un 25% del consumo de una bombilla incandescente), aunque esto implica un mayor coste.
¿Y al final de su vida útil? Cuidado con tirarla a la basura. Estas bombillas contienen mercurio y deben ser tratadas en un centro de reciclaje especializado.
LED
Con la transición a una iluminación eficiente, las bombillas LED han sufrido una evolución. Han pasado de ser componentes de elementos electrónicos a formar parte del espectro de “lámparas” de viviendas y oficinas.
Esto se debe a dos aspectos fundamentales: permite un uso frecuente y prolongado, y ahorran un 80% de energía frente a las bombillas tradicionales.
¿Y al final de su vida útil? Al igual que las bombillas de bajo consumo, las LEDs tampoco pueden arrojarse a la basura convencional. Lo más común es devolverlas a la tienda donde se han adquirido o llevarlas a un punto de reciclaje.
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